La Senda del Borrego, es una fantástica narrativa literaria que explica cómo el ser humano ha ido avanzando siempre envuelto entre la divergencia de «necesidades vs caprichos».
Conocí este libro cuando estudiaba en la universidad, el problema es que no recuerdo el título exacto ni el autor. Si que sé que fue escrito por un ex jugador profesional de baloncesto, el cuál había cursado la licenciatura de económicas y se especializó posteriormente en análisis financieros de pequeñas y medianas familias.
Desde que tenemos consciencia, el objetivo que seguramente pretendíamos encerrados en nuestra habitación de casa de Papá y Mamá, era independizarnos y hacer realidad esa ansiada libertad que te ofrece ser dueño de la hora de entrada y salida a tu hogar, es por eso que cualquier pequeño «cuchitril» nos valía.
Un bajo sin ventanas, un 6º sin ascensor o un pequeño «loft» de 35 m2, con disposición de recibir a tus amig@s y en el que poder hacer esas cenas hasta las tantas, entre risas y cachondeo.
Eran tiempos en los que pasábamos de no tener nada, a ser «responsables» de un techo, el cual había que mantener, limpiar, ordenar y por supuesto, disfrutar.
Es normal que la ilusión ganase a la razón, esto nos hacía felices y en muchas ocasiones, esta fase coincidía con la etapa universitaria o pos universitaria, en la que comenzábamos nuestra andadura en aquel trabajo de 25 horas semanales, como aprendiz, ayudante o «Junior» de algún proyecto empresarial.
Teníamos nuestro hogar, nuestros ingresos y éramos dueños de nuestras decisiones, o lo que es lo mismo, comenzábamos a conocer aquello denominado como Felicidad a bajo coste.
Nuestra ambición personal y profesional, nos lleva en muchas ocasiones a crecer o a pretender hacerlo, o eso está muy bien, pero como dice un buen amigo, «quien pierde el origen, pierda la identidad» y con ello lo que pretendo explicar, es que en muchas ocasiones se nos olvidan nuestros principios, nuestros comienzos, nuestras felicidades y necesidades más reales…
Es sabido que cuando el ser humano «repite» un mismo proceso, lo tiende a normalizar, por lo que suele perderle el atractivo, interés o entusiasmo. Nos pasa con un trabajo (no rendimos igual cuando entramos a formar parte de esa empresa, que transcurridos 2 o 3 años), nos pasa con nuestra pareja (mal que nos pese, la magia inicial dura un tiempo, luego aparece (o debería aparecer) el amor real, cariño y sobretodo respeto), nos pasa hasta con cosas más superficiales como una bici nueva, una moto nueva, un coche nuevo y con un nuevo hogar o vivienda.
Es obvio que debemos avanzar, crecer, progresar ,,, pero deberíamos tener muy claro los principios que nos permitan mantenernos dentro de una senda lógica en nuestro «proyecto de vida».
Aquel jovencito/a que se emancipó, para compartir aquel piso en el centro con dos amigos más, se ha asentado en su trabajo y le han incrementado responsabilidad y salario.
Durante estos años, también ha conocido a una persona con la que ha establecido una relación más seria. Junto a ella, y con su nuevo poder adquisitivo incrementado en un 25%, se plantea el cambio y emancipación (en esta ocasión de sus dos amigos), por lo que busca un piso más bonito, más luminoso y con mejores prestaciones.
Todo esto tiene sentido, es la evolución que socialmente hemos aceptado como «crecimiento personal», ¡y esto es bueno! ,,,, pero sin darnos cuenta, comenzamos nuestra senda del borrego, y eso no lo es tanto …
Socialmente, hemos aceptado con el transcurrir de los años (sin previo aviso, ni reunión conciudadana o votación pertinente) un modelo capitalista de crecimiento laboral y demográfico.
Esto me recuerda a un conocido y antiguo anuncio de televisión, sobre el exterminio de unos indeseables insectos,,, anuncio, que se puede hacer extensible al modelo humano de crecimiento:
Nacen, crecen, se reproducen y mueren … (yo añadiría «discuten», entre se reproducen y mueren).
No nos damos cuenta, o no queremos dárnosla, pero las cosas que nos hacen felices, son cosas que están continuamente ante nosotros.
No son cosas que se puedan comprar o poseer, son momentos, personas o lugares los que nos hacen disfrutar de la felicidad:
Esa época que viviste con tus 2 mejores amigos, ese viaje en el que te ocurrieron cosas que no tenías programadas o esas risas improvisadas una noche de jueves entre 4 paredes cualquiera,,,, Todo eso es la felicidad y lo que debería dar fundamento al ser humano.
La Senda del borrego, suele ser imparable y tras irnos ilusionantemente a vivir a un piso con nuestra pareja, la normalidad o rutina se apodera de nosotros (es normal, no es malo. Como ya hemos dicho, cuando repetimos o vivimos varias veces algo nuevo, indiscutiblemente deja de ser novedoso para ser cotidiano). La pareja, ha incrementado sus ingresos, su capacidad de ahorro y este período de «asentamiento» les empuja a tomar una decisión:
«Cambiemos de vivienda por una más grande, con piscina, parking, trastero y zonas comunes ajardinadas» … ¡PAM!,, estás en plena Senda.
De repente, tus «falsas necesidades» se han incrementado un 50%.
Junto a la vivienda, no es raro que también se incrementen otras «ilusiones necesarias» como un coche más grande, un armario más amplio o un hobbie más caro el cuál está de moda …
No quiero decir que la compra de un inmueble sea una mala decisión, o que practicar una nueva afición o acudir un prestigioso restaurante, sea algo deleznable (todos lo hacemos), lo que pretendo ‘activar’ es la reflexión de la sinceridad hacia uno mismo (entrada reciente en la web), y valorar si nuestro «avanzar en la vida», se sustenta en «nuevas adquisiciones materiales» o si realmente la felicidad la provocan otras cosas, que ya tenías y que puedes seguir disfrutando si sabes priorizar con personalidad.
¿Recuerdas tu felicidad en aquel pequeño inmueble familiar en el que vivías con tus padres, hermanos y viajabas en un coche con un maletero en el que cabían 2 maletas compartidas?, pues bien, ahora está claro que necesitas un «SUV» para dar cabida a tu crecimiento borreguil, mas que a tus maletas u objetos a transportar …
Seguimos prototipos publicitarios, sociales o familiares, y abducidos por campañas de publicidad y marketing, nos dejamos llevar por lo que «todos hacen», ya que es lo normal, lo correcto, lo sensato. ¿Pero y si te centrases en la verdadera felicidad, crees que caminarías sólo y apartado del resto de la población?.
¡Cuidado!, los que ya me conocéis, sabéis que suelo «tirar la piedra» pero bajo ningún concepto escondo mi mano …
Me gusta lanzar reflexiones sobre las que debatir, esto nos enriquece ,,, Es obvio que no a todo el mundo les agrada, porque como bien dice este amigo que antes ‘citaba’, las verdades cuecen … (y no todas enriquecen), y con la última afirmación, pretendo explicar que muchos de los cambios que realizamos en nuestra vida, no se sustentan ni en necesidad ni en felicidad, si no en capricho o deseo, que habría que amortizar muy bien para darle un sentido lógico.
Un SUV es un modelo de vehículo, «inventado» a principios de este siglo y en auge a finales de la década anterior, con el que se vendía la versatilidad entre un todo terreno VS vehículo urbano, por lo que las características principales eran «robustez, seguridad, dominio, sin perder maniobrabilidad o prestaciones de un pequeño utilitario» … (o eso nos dijeron).
Con la nueva vivienda y el nuevo SUV urbano, llega el momento de ampliar la familia. Es aquí, cuando se completa el camino de la Senda del Borrego, ya que en muchos casos ( y transcurridos unos años), si las cosas han ido financieramente bien en el núcleo activo, el planteamiento de buscar una casa o vivienda unifamiliar, crece sensiblemente.
Ya no tanto por la falsa necesidad, si no por el «sueño americano» (valga el ejemplo tipo) de ocupar de forma independiente los dormitorios que una vivienda de 140/180 m2 te ofrece. El dormitorio principal tiene su baño y vestidor, (dejando otro espacio similar para los niños), así como la posibilidad de tener un despacho para ocuparlo al gusto entre escritorio, los documentos del trabajo o un sin fin de juguetes y gadgets tanto de los niños, como de los padres.
Tu ratio de gasto ha crecido tanto o más que el de ingresos, y estás en un proceso en el que «nunca es suficiente», por lo que es seguro que si de alguna manera se duplicaran tus ingresos, (Por ej., por el salto a un puesto ejecutivo de máxima responsabilidad), tus «falsas necesidades» volverían a crecer, y es probable que aparecieran otras adquisiciones tales como una segunda residencia, ropa más cara, hobbies, aficiones y gadgets/juguetes más caros …
Todo esto define de una forma clara y transparente el «idiotismo exacerbado» al que se expone el ser humano a lo largo de su vida. Esconder la verdadera felicidad, siguiendo un protocolo establecido por la Senda del Borrego.
Toda una vida dependiente de un sistema financiero crediticio, el cuál se lucra de ello con cantidades extrastosféricas, mientras nosotros jugamos a ser dramaturgos de medio pelo, cuando una crisis financiera nos golpea y/o arrebata nuestro pretencioso micro mundo borreguil de FALSAS NECESIDADES.
Nano López
Activador Emocional
Formador de Habilidades Sociales
y Deportista de Carreras por Montaña