¿Somos impostores de nosotros mismos?
Vivimos con emoción, en base a emociones y empujados por la emocionalidad de muchos momentos … (valga la redundancia) ¿o no es así?.
Quien quiera decir algo al respecto, ¡que hable ahora o que «aprenda» para siempre!

Como dice una buena amiga: «El corazón tiene razones, que la razón no entiende…» Nuria Picas – Correr per ser Lliure

 

Muchas son las ocasiones en las que me he visto envuelto en un debate sobre la Gestión Emocional y su importancia en el desarrollo personal, profesional y de cualquier ámbito como individuos que somos.
No es una cuestión de creer o no creer en la psicología, no es tampoco una forma de educación pragmática y contrastada, ni tan siquiera va con el raciocinio ‘del hacer’ de cada uno de nosotros… La emoción, es algo mucho más profundo y va mucho más allá de lo que queremos o creemos y todos nosotros deberíamos prestar una atención capital a su cuidado.

Cuando se nos pregunta si somos personas emocionales, surgen dudas y en muchas ocasiones se devuelven 3 tipos de respuesta:

  • Sí, lo soy.
  • No, yo soy puramente racional
  • Mm,, depende de la ocasión.

Está claro que no hay una respuesta única, y así como dependiendo del momento en el que nos encontramos, también afectan otros factores como los valores recibidos o experiencias que hemos acumulado en el camino, pero sea de la forma que sea, la emoción siempre nos va a determinar como personas, no hay discusión.
Nos movemos por la emoción que nos producen las personas, las cosas, los hechos y cada unos de sus momentos, y aquel que quiera contrariar o sedimentar esta afirmación a través de puro raciocinio, tiene las de perder ,,, (las de perder, consigo mismo, claro está).

Es cierto que no todos podemos, ni debemos pensar igual, (sería algo aburridísimo), pero la manifestación emocional es algo de obligado cumplimiento si no quieres ser una ‘caja de pandora’ con patas, al antojo de las circunstancias que te envuelven, a punto de estallar ..
Hablar, sentir, expresar, debatir, compartir y vivir, son algunos de los principios mas antiguos del ser humano. Muchas son las cosas que perdemos por el camino, pero hay algunas que jamás deben abandonarnos.
La actitud es una, la emocionalidad es otra y la personalidad con la que hacemos las cosas, sería una tercera.

Es curioso ver como estos principios adquieren valor en momentos cruciales y delicados de nuestra existencia.
Durante una crisis personal, un momento familiar delicado, una ruptura sentimental,,, así como tras desgracias acontecidas tales como un atentado, una catástrofe medio ambiental o una pandemia …
Es aquí cuando echamos en falta el poder hablar, expresar, abrazar, sentir y compartir las cosas con otras personas, con otr@s que como yo, necesitamos expresar y manifestar la emocionalidad que nos invade, porque de no poder hacerlo, nos volveríamos locos.

Cuando alguien nos impone la racionalidad y pragmatismo de todo, alegando que 2+2 suman 4, estamos ante una persona con una laguna emocional, claramente preocupante.
Suelen acompañarse de vivencias traumáticas o dolorosas tras las cuales, todo lo que no sea contrastable, carece de valor o sentido.

Me encantó escuchar una frase sentenciadora hace unos años, cuando desarrollaba mi profesión en el ámbito de la gestión de personal y cuentas de resultados, (algo ligeramente diferente a lo que me ocupa en el día de hoy):

«Dejaros de películas y centraos en las cuentas … Todo lo que no son cuentas, son cuentos, ¿estamos?»

¡Woooow!. Todo lo que no son cuentas, son cuentos. Impresionante, impactante, delirante y ,,, muy «de antes», ¿no?.

No quiero ‘pintar pajaritos en el aire’, ni vender historias llenas de humo, y si de algo me sirvió pasar por esta vertiente profesional, fue para aprender que hay cosas que son como son (o como hemos querido que sean), y que el mundo gira entorno a un capitalismo globalizado ..
Tenemos que trabajar si queremos vivir en un mundo desarrollado, si queremos viajar, tener ciertos bienes materiales (sin volvernos locos), pero ,,, ¿podemos elegir nuestro estado de ánimo a través de una buena gestión emocional, o debemos ceñirnos a lo racional y/o comunmente aceptado?

Recientemente, hablamos de lo que verdaderamente nos hacía felices VS lo que se esperaba de nosotros (en la familia, en nuestro entorno laboral, entre nuestros amigos). Era la senda del borrego, la cuál definía un poco el «transcurrir» de muchas personas que obviaban su felicidad real, por tal de cumplir lo que el entorno y la actualidad le reclama.
Vuelve a brotar este concepto entre estas líneas, para determinar qué es lo emocional y hasta dónde debería llegar nuestra vertiente racional.

Bien ,,, ya me conocéis (si no, tenéis tiempo de hacerlo). Me gusta abrir el melón y exprimir todo el jugo posible ..
No digo que lo racional sea algo banal, negativo o sobrante dentro de nuestro yo, ¡para nada!. Es más, me considero una persona bastante racional. Lo que pretendo explicar, es que las emociones y su gestión, son algo que nos da un valor incalculable como personas.

Una persona triste, deprimida o preocupada, nunca va a poder crear, producir o sumar en ningún proyecto personal ni profesional, como alguien motivado/a, feliz y equilibrado/a. Esta segunda persona, va a ser 3 veces más productivo/a que alguien que carece de estímulos emocionales positivos.
Muchas son las veces que me preguntan qué respondo cuando alguien me dice: «yo no creo ni en la psicología ni en las charletas sobre motivación que venden humo sin decir nada». La respuesta es siempre la misma:

«… ¿Sabes qué pasa?, que no se trata de convencer a nadie, ni de imponer lo que uno cree,,, se trata de que cada cual sea fiel y consecuente a lo que dice o piensa, y en este debate, la guerra termina antes si quiera de empezar. Es tan fácil reír, llorar, sentir, pensar, que en el momento que eso ocurre, aquel que no cree en la psicología y la gestión emocional como forma de vida, se da cuenta en ese preciso instante, que sus ‘cuentas’, no suman la cantidad que creía … Es aquí, sólo entonces, cuando empieza a creer en los cuentos».

 

Nano López
Activador Emocional
Formador de Habilidades Sociales
y Deportista de Carreras por Montaña

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